Las fotografías fueron exhibidas en Colección Engelman-Ost, Rondeau, Montevideo, Uruguay, del 16 de julio al 3 de noviembre de 2004.  

 

‘La fotografía no re-presenta, tan solo acontece, acaricia la superficie absolutamente externa de las apariencias, roza la piel leve de la diferencia, captura y retiene ese humor infraleve que, en forma de luz pura, exhala el ser para hacer cierta la doctrina que le asimilaba a su posibilidad de ser percibido.’

 

José Luis Brea, ‘El inconsciente óptico y el segundo obturador’

 

 

La surgencia de un objeto a partir de su sombra, los objetos del mundo cotidiano y privado, son disparadores de múltiples proyecciones internas que acechan desde los pliegues de la mente, esperando el momento exacto para ser liberados y ocuparlo todos.  Situaciones y acontecimientos de forma desordenada y atemporal. La casa contenedor de objetos (sillas, plantas, mesas, etc.) en simbiosis con el cuerpo – mente del fotógrafo, se relacionan con un mundo inconsciente que está estructurado como un lenguaje a modo de un inconsciente lacaniano que precisa ser analizado1.

Lo que contiene la casa, los objetos de la rutina diaria, se proyectan en las sombras y luces de las diferentes horas de la mañana y sugieren acumulados, formas e ideas relacionadas al mundo onírico; una especie de registro de viaje psicológico donde aparece el otro mundo posible, un no-lugar.

El ojo mecánico de la cámara entrega una huella, un rastro de acontecimientos más allá del puro lenguaje.

El fotógrafo logra que los objetos que rodean esa cotidianeidad se vuelvan invisibles.  Estas obras alteran el orden de la representación y se apoyan en la intemporalidad de la narración.  El tiempo de estas imágenes es un tiempo – movimiento que las vuelve potencialmente cinematográficas porque el tiempo de narración sugerido.

El realismo de la fotografía es dejado de lado.  Sean Partridge manipula lo real y sus vestigios, evade la mimesis de su mundo cotidiano.  Distrae del mundo de las cosas comunes y se mete más profundo en el ámbito de las formas.

El viaje al interior, a la subjetividad, la proyección y la relectura del objeto, traducen el mundo interno del artista.  “He tratado de evitar todo rastro de efectos producidos por la cámara, luchando por transferir la imagen de lo que está realmente allí a la superficie de la foto.  Usando otra cita de Vilém Flusser, tan poca evidencia como sea posible de una ‘imagen técnica producida por un aparato’ ”.2

Atravesamos una era en que la representación del mundo se ha vuelto ineficaz e inoperante y contrariamente a esto estamos en la era de la mayor saturación de imágenes de la historia.  Multiplicación y fragmentación, un espejo roto que irradia en infinitas direcciones evidenciando la crisis de la representación.

 

Fernando López Lage – Curadora del exposición  

 

 

1 Rosalind Krauss The Optical Unconscious, 1993 MIT Press

2 Entrevista con el artista, Montevideo, Setiembre de 2004